Mañana lluviosa en el centro de Santiago, el frío inundaba las calles de aspecto londinense y acentuaba más su belleza. Fue un lugar mágico donde Daniela y Felipe caminaron por las veredas impregnando de amor todo a su paso. Me enamoraba de las tomas... de cada faról, de cada banca, de cada pared. Poco a p...